El día histórico

El 21 de julio comenzó el Campeonato Uruguayo de 1949. Peñarol con un equipo memorable que fuera luego apodado "La Máquina". Y llegó el clásico en medio de una gran expectativa popular; el gran duelo se disputaría el 9 de octubre, fecha que posteriormente quedaría marcada en el historial clásico de manera especial.

Con el marco de un Estadio Centenario repleto y en medio de una tarde gris que presagiaba la continuidad de la lluvia de horas anteriores el clásico dio comienzo a las 15.30 hs. 

En los primeros minutos se vislumbró la superioridad de Peñarol que jugaba prácticamente en forma continua en campo de Nacional.

Al término de los primeros (y únicos) 45 minutos Peñarol en una sinfonía de fútbol desplegado se imponía al tradicional adversario 2 a 0 y se especulaba que en el segundo tiempo podría llegar una lluvia de goles aurinegros.

A los 38 minutos de juego tras un toque magistral de Juan A. Schiaffino, Ghiggia abrió el marcador. Pocos minutos más tarde, cuando estaba finalizando el primer tiempo, el juez marcó penal para Peñarol y ante la protesta y los empujones que el jugador tricolor Tejera emprendiera contra el árbitro, fue expulsado. El penal fue rematado por Oscar O. Míguez y atajado en primera instancia por el golero Anibal Paz, pero en el rebote Ernesto Vidal convirtió el segundo gol.

Los jugadores de Nacional protestaron invasión de Vidal, un jugador tricolor le tiró barro en la cara al juez y Walter Gómez lo pateó siendo expulsado. Se reanudó el juego estando Nacional con 9 jugadores.

Se veía venir la goleada
Todos los presentes en el Centenario presagiaban la goleada. En tiempos donde no existían los medios de comunicación actuales que acercan la información al segundo, durante el entretiempo, comenzó a correr el rumor que Nacional no se presentaría a jugar el complemento.

Salieron los jueces a la cancha, ingresó Peñarol, pero el rival no ingresaba. El juez esperó los minutos correspondientes y envió a una persona al vestuario de Nacional donde se comprobó que Nacional no se presentaba a jugar la segunda mitad del clásico.

El arbitro parado en la mitad de la cancha, rodeado por los jugadores de Peñarol hizo sonar el silbato y dio por terminado el encuentro.

Ante el delirio de la gente en las tribunas, Peñarol comenzó su festejo y encabezados por Juan Eduardo Hohberg con la pelota debajo del brazo, emprendió la vuelta olímpica ya que con ese resultado se coronaba campeón de la Copa de Honor.

Así lo vio la Prensa
Las críticas ante la actitud antideportiva de Nacional fueron unánimes y no se hicieron esperar en grandes titulares.

El diario El Día decía: "Hay que saber perder y luchar hasta el fin".

El periodista Dionisio Alejandro Vera (Davy):afirmó:
"Digan que Nacional se retiró, porque si no le encajaban seis"

El Plata publicaba:

"No hubo relación proporcionada entre causa y efecto, pero aunque la hubiera, tampoco se hubiera justificado el abandono de la cancha. Nacional no volvió porque habiendo quedado con nueve hombres temió caer por un escore de guarismos sensacionales. Esta debe ser la verdad auténtica. El secreto no radica siempre en saber ganar. Es preciso tener temple y elegancia para saber perder y Nacional no supo elegir el verdadero camino."

La inolvidable Máquina de 1949 quedó en el más grato recuerdo de los peñarolenses y generación tras generación y año tras año se recuerda este clásico especial que se enmarca entre los más asombrosos del fútbol sudamericano.

El 9 de octubre del 49 Peñarol alineó a:
Flavio Pereyra Natero, Enrique Hugo y Sixto Possamai; Juan Carlos González, Obdulio Varela y Washington Ortuño; Alcides Edgardo Ghiggia, Juan Eduardo Hohberg, Oscar Omar Míguez, Juan Alberto Schiaffino y Ernesto Vidal.