“Fue un gol soñado, que imaginaba cuando era niño”
Se cumplen hoy 26 años de uno de los goles más celebrados en la historia de la Copa Libertadores de América, especialmente por los hinchas de Peñarol. El gol que posibilitó la finalísima de Santiago que con gol de Aguirre Peñarol obtuvo su quinta Libertadores.
Por César Groba
Se cumplen hoy 26 años de uno de los goles más celebrados en la historia de la Copa Libertadores de América, especialmente por los hinchas de Peñarol.
El gol que posibilitó la finalísima de Santiago que con gol de Aguirre Peñarol obtuvo su quinta Libertadores.
Aquel zurdo juvenil posibilitó con su golazo de tiro libre la tercera final en Santiago de Chile en 1987. El pibe desfachatado nacido en el barrio La Curva de la ciudad de Minas en el Departamento de Lavalleja; el botija que se educó en la Escuela 102, el mismo que desde chiquito corría detrás de la pelota en los partidos del Baby Fútbol del Club Centro de Barrio Nº 1, el que años después explotó con su picardía de potrero en el Sportivo Minas. La cálida noche del 28 de octubre de 1987, tuvo la osadía de pedir a falta de cuatro minutos un tiro libre en el arco de la Ámsterdam, el partido estaba clavado en un empate 1 a 1 entre Peñarol y América de Cali. Con ese resultado, los caleños eran campeones de la Libertadores. Jorge Villar se paró frente a la pelota, relojeó el arco y conectó un milimétrico tiro libre al ángulo de Julio César Falcioni que hizo explotar como pocas veces al mítico Estadio Centenario, testigo de tantas hazañas.
"Ese Peñarol del 87 fue un grupo muy importante, muy humilde y compacto, fue fundamental la unión, los referentes y que los más jovencitos éramos todos formados en Peñarol. Tenías siempre la obligación de ganar por la historia del club", comienza explicando el minuano Jorge Villar.
"Yo tenía la ilusión de estar en la lista de la Libertadores, terminamos la pretemporada y tuve la suerte de estar dentro de esa lista para jugar la Copa".
"Recuerdo que pregunté si ese número que de la lista era el de la camiseta y cuando me dijeron que sí, enseguida dije que el 18 me iba a dar suerte. Esas cosas que uno tiene", cuenta.
"En ese momento no era alocado pensar que Peñarol podía llegar a la final, estaba fresco lo de 1982; ahora es diferente; es difícil llegar a la final de la Copa".
"El partido que me marcó fue el que jugamos en Avellaneda contra Independiente, un gran equipo, el Rey de Copas, al que la prensa lo daba como invencible en ese momento", recuerda.
"Nosotros acá le ganamos 3 a 0 y sin pasar apremios y fuimos confiados a Avellaneda en sacar un buen resultado. Nosotros teníamos de mitad de cancha hacia delante jugadores de mucha técnica y velocidad e Independiente se jugó a hacer un gol con todo y uno observaba y quedaban con dos o a veces con un solo jugador atrás. Eso se aprovechó y a Cabrera, Vidal y Da Silva se les hacía agua la boca. Así fueron los goles; recuerdo el gol de Eduardo Da Silva confirmando toda su calidad".
"Para el hincha fue el gol en la final, para mí, es una historia grande de mi vida". No hubiera existido el gol de Diego Aguirre en Santiago si no hubiera habido gol de Villar en Montevideo, le afirmamos.
Villar, respira hondo, como si fuera a patear nuevamente aquel tiro libre, frente a miles de miradas en aquel Centenario repleto.
"Fue una jugada en que le hacen foul a Diego sobre el arco de la Amsterdam. Me acuerdo que miré al Maestro (Tabárez) y le levanté la mano para pedirle ese tiro. Él me dijo que sí; era difícil patear porque había buenos rematadores en ese equipo".
"Son de esos goles soñados, que se imagina uno cuando es niño. Me paré frente a la pelota y miré el arco y a Falcioni y él se preocupó más de tapar el tiro de un derecho que de un zurdo, al ver eso, recuerdo que le dije al "Pollo" Vidal, si va al arco, es gol. Y bueno, pasó y fue gol. Vidal lo gritó antes, cuando la pelota iba en el aire. Hoy lo cuento y me emociono. Es ese momento único, donde te acordás de todo en unos segundos, es mágico, es la vida que se te pasa en un instante."
"A veces en familia una de mis hermanas que es muy futbolera me hace recordar ese gol y nos ponemos a lagrimear juntos. Son cosas únicas. Ella me cuenta como lo vivieron ellos en Minas y es increíble; cuando vino el tiro libre, mi papá quedó solo frente al televisor y mis hermanos y mi madre salieron para afuera para no verlo. Cuando sintieron la explosión del grito de los vecinos volvieron adentro y estaba mi viejo arrodillado frente al televisor gritando el gol. Esas son cosas imborrables. Para el hincha fue el gol en la final, pero para mi ese gol es una historia grande de vida".
"Cosas que te da el fútbol y es también parte del significado que tiene la Copa Libertadores", asegura Jorge Villar.
"La Libertadores es lo máximo, para cualquier jugador de fútbol. Allí están los mejores, no cualquiera tiene la suerte de jugarla. En lo personal, cada vez voy valorando más aquella conquista. Increiblemente hasta ahora ha sido la última Copa de Peñarol. La pasión de la gente en el 87 era diferente. Cuando volvimos, yo salí del Palacio Peñarol caminando entre la gente con mi familia hasta el auto que estaba a una cuadra. Llegué a Minas muy temprano en la mañana, al otro día, y un amigo me sacó junto a otros más en su camioneta, una Fordson antigua, me paró en la caja de madera y la gente me saludaba pero sin mucho más que eso. Ahora se idolatra más al jugador y todo es más apasionado, capaz que por varios días no podes salir a la calle", dice Villar.
El Maestro Oscar Tabárez
Su recuerdo hacia Oscar Washington Tabárez es especial y lo define con claridad; "un técnico que me marcó en mi carrera y fue uno de los mejores que tuve. Unía al grupo como pocos; era uno más de nosotros. Un técnico simple y práctico, a uno le llegaba porque era un hombre que planificaba mucho, pero a la vez era sencillo a la hora de transmitirlo, si no entendías, creo que te tenías que dedicar a otra cosa", afirma.
"Tabárez era un verdadero maestro, no es extraño lo que ha conseguido con la selección uruguaya".
Gracias "Bomba" por aquella alegría que posibilitó la hazaña de Santiago